Nuestras madres nos han contado que la revolución ya está hecha, que en los setenta ya consiguieron lo que demandaban. Ahora vemos que nuestra vida no es más complicada que la de un hombre. Por eso la lucha feminista se ha relajado, sobre todo, entre las más jóvenes". Esta es la conclusión de Rita Maestre, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, de 23 años, y miembro de la asociación Contrapoder.
Como ella opinan varias expertas feministas, que alertan del "espejismo" de igualdad que viven las adolescentes hoy en día. Así lo define Laura Nuño, catedrática de Género, que cree que las jóvenes sólo se dan cuenta de las desigualdades entre hombre y mujer "cuando tienen hijos o cuando quieren promocionar su carrera". En la misma línea se posiciona Gimena Llamedo, presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes. "Las más jóvenes no ven el techo de cristal, la diferencia salarial, la falta de conciliación; no se dan cuenta de que hay que seguir luchando", concluye.
"Las jóvenes no perciben la lucha feminista como necesaria porque viven en una falsa apariencia de igualdad", resume Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. "Simplemente, no son conscientes del problema", confirma Rita Maestre.
En Sabadell (Barcelona), las jóvenes feministas de Justa Revolta comparten su postura. "A mí me educaron igual que a mi hermano", señala Georgina Monge, de 25 años, activista de la asociación desde hace más de siete años. "Pero cuando cumplí los 15 y empecé a relacionarme con chicos vi conductas que no me gustaban, como la posesividad y los celos, y ahí me di cuenta de que había cosas que cambiar", añade.
Pero no todas las jóvenes reaccionan ante esas actitudes. El informe Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia, elaborado por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, alertó el verano pasado de que el 9,2% de las chicas de entre 13 y 18 años ha sufrido situaciones de maltrato por parte de su pareja: insultos, golpes e, incluso, obligación de realizar prácticas sexuales.
Además, un 26,2% de los chicos y un 10,1% de las chicas, no consideran el control y el insulto por parte de su pareja como síntomas de violencia machista. En conflictos de sexo, un 4,3% justifica el uso de la violencia.
Permisividad al maltrato
"Si toleran eso es probable que en un futuro tengan una permisividad muy alta al maltrato", alerta Besteiro. Rita Maestre señala, además, que "hay otras formas de violencia simbólica aceptadas por las adolescentes, como permitir que te toquen el culo en una discoteca".
"Las jóvenes ven el feminismo como algo antiguo, pero sus modelos afectivos se basan en una idea de amor a lo John Wayne, en la que control es sinónimo de cuidado", sentencia Nuño. Además, "viven la soledad como un fracaso y por eso es más fácil que traguen con lo que sea para no estar solas", añade la catedrática.
¿La solución? Un proceso de socialización que cambie esos modelos, la adaptación del mensaje feminista a la nueva generación y la coeducación en las escuelas, concluyen las feministas.
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