viernes, 29 de octubre de 2010

Clase, género y opresión

“Nada sabemos hasta ahora acerca de cuándo y cómo pasaron los rebaños de propiedad común de la tribu o de las gens a ser patrimonio de los distintos cabezas de familia; pero, en lo esencial, ello debió de acontecer en este estadio. Y con la aparición de los rebaños y las demás riquezas nuevas, se produjo una revolución en la familia. La industria había sido siempre asunto del hombre; los medios necesarios para ella eran producidos por él y propiedad suya. Los rebaños constituían la nueva industria; su domesticación al principio y su cuidado después, eran obra del hombre. Por eso el ganado le pertenecía, así como las mercancías y los esclavos que obtenía a cambio de él. Todo el excedente que dejaba ahora la producción pertenecía al hombre; la mujer participaba en su consumo, pero no tenía ninguna participación en su propiedad. El "salvaje", guerrero y cazador, se había conformado con ocupar en la casa el segundo lugar, después de la mujer; el pastor, "más dulce", engreído de su riqueza, se puso en primer lugar y relegó al segundo a la mujer. Y ella no podía quejarse. La división del trabajo en la familia había sido la base para distribuir la propiedad entre el hombre y la mujer. Esta división del trabajo en la familia continuaba siendo la misma, pero ahora trastornaba por completo las relaciones domésticas existentes por la mera razón de que la división del trabajo fuera de la familia había cambiado. La misma causa que había asegurado a la mujer su anterior supremacía en la casa -su ocupación exclusiva en las labores domésticas-, aseguraba ahora la preponderancia del hombre en el hogar: el trabajo doméstico de la mujer perdía ahora su importancia comparado con el trabajo productivo del hombre; este trabajo lo era todo; aquél, un accesorio insignificante. Esto demuestra ya que la emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientras permanezca excluída del trabajo productivo social y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado. La emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando ésta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante. Esta condición sólo puede realizarse con la gran industria moderna, que no solamente permite el trabajo de la mujer en vasta escala, sino que hasta lo exige y tiende más y más a transformar el trabajo doméstico privado en una industria pública.

La supremacía efectiva del hombre en la casa había hecho caer los postreros obstáculos que se oponían a su poder absoluto. Este poder absoluto lo consolidaron y eternizaron la caída del derecho materno, la introducción del derecho paterno y el paso gradual del matrimonio sindiásmico a la monogamia. Pero esto abrió también una brecha en el orden antiguo de la gens; la familia particular llegó a ser potencia y se alzó amenazadora frente a la gens."

 Friedrich Engels, Del origen de la Familia, el Estado y la propiedad privada. 
  
Los dos párrafos anteriores resumen de forma perfecta la obra citada de Friedrich Engels, síntesis del pensamiento marxista original sobre familia , discriminación de género, y Estado y propiedad privada. Ambos conceptos están íntimamente relacionados, interconectados, y son consecuencia directa los unos de los otros. Efectivamente, el surgimiento durante la época neolítica del fenómeno de vida sedentario de las otrora tribus nómadas, aparejado a la domesticación de animales y la explotación de la tierra, y por consiguiente, el salto del comunismo primitivo o tribal al régimen de propiedad privada, de la tierra, los aperos y los animales, generó el patriarcado. Y , así mismo, dotó de mejores condiciones de vida a las comunidades humanas, aumentando la natalidad, y generando hace aproximadamente 6000 años , en Babilonia, el surgimiento del Estado, de la mano de los primeros códigos de leyes regidores de un ordenamiento político, caso concreto del Código de Hammurabi. 
  
La obra recorre todos los estadios de desarrollo de la humanidad anteriores y posteriores a este decisivo momento, pero sin embargo, debemos precisar más allá del momento histórico (1884) en el que fué escrita la obra, las transformaciones y cambios que ha vivido el régimen de propiedad privada, y con él , la familia, el Estado, el capitalismo, y el patriarcado. 
  
Si el viejo régimen de los trust y las industrias fabriles comenzaron a exigir , debido a su fuerte demanda de mano de obra, la incorporación al mecado laboral del género femenino, será la transformación del capitalismo fabril, fordista y tradicional en capitalismo monopolista de Estado y financiero (estudiar obra de Lenin al respecto) , con sus consecuencias , mundialización de la economía, financiarización de los sectores productivos, sometimiento al sector servicios, y con ello, el imperialismo, el neocolonialismo, y las nuevas guerras de los imperialismos y los fascismos, especialmente las mundiales, con sus devastadoras consecuencias, las que darán un impulso definitivo a este proceso. Así, el nuevo régimen que adopta la propiedad privada suprime las restricciones del trabajo a la mujer como cambio estructural, y no debido a ningún afán de igualitarismo, sino, simple y llanamente, debido a las propias necesidades productivas del capitalismo, bien por la escasez de la mano de obra masculina debido a la guerra ó la hambruna, bien por la necesidad multiplicadora de beneficio de la burguesía, que requiere cada vez de mayor mano de obra, y además, sigue una lógica de minimización del gasto y maximización del beneficio, donde la mujer sale evidentemente perjudicada. 

Detrás de este proceso estructural, como enseña el marxismo, vienen las transformaciones en la superestructura : El derecho, la moral , la religión, las ideas humanas. Y es así, tras este proceso de incorporación masiva de la mujer al trabajo asalariado, donde se producen las transformaciones sufragistas, los derechos de voto, los avances en derechos civiles...todos ellos insuficientes, incomplteas, y cercenados. Es así, pues, cuando la mujer se convierte en "sujeto productivo directo" (aunque evidentemente, en las epocas anteriores en las que se ocupaba del mantenimiento del hogar y del "bienestar" del obrero-marido, generaba indirectamente plusvalía sin pretenderlo) cuando deja de ser un sujeto invisibilizado para el sistema legal jurídico y superestructural capitalista. 
  
Los derechos políticos, jurídicos y constitucionales otorgados a la mujer pasan pues por el prisma del mercado. Y es así, al comenzar a comprarse la fuerza de trabajo de la mujer como la del hombre en época industrial, cuando se empieza a comprar también como mercancía activamente la imagen y el propio cuerpo de la mujer. El fenómeno de la prostitución, antes restringido a las élites sociales, se masifica y se proletariza a marchas forzadas, y la imagen de la mujer es comercializada en la sociedad burguesa a través de la moda y el márketing . Es , pues, la condición de proletaria de la mujer de clase oprimida, lo que la convierte en objeto de consumo como género en sí, y no solamente como clase social. Y esta es la diferencia fundamental opresiva entre hombres y mujeres de la sociedad moderna capitalista. 
  
Las mujeres de nuestra clase, por tanto, valientes compañeras en la misma barricada que nosotros, deben ser consideradas objetivamente bajo el prisma del análisis marxista un sujeto doblemente oprimido, pero no lumpenproletarizado. Los avances en la toma de conciencia y en la incorporación a la lucha social y política de las mujeres el pasado siglo así lo evidencian.  
  
La tarea política, social y propagandística inmediata de todo movimiento revolucionario es hacer este análisis, así como muchos otros sobre la sociedad patriarcal, y concluir ejecutando y poniendo en práctica la máxima leninista "Sin las mujeres no hay revolución posible".  

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