lunes, 7 de febrero de 2011

Un análisis feminista de las pensiones



Recientemente se ha publicado el “Manifiesto por la Igualdad de Género en la Reforma de las Pensiones” (http://www.forumpoliticafeminista.org/), el cual recoge las ideas que el Feminismo ha puesto de manifiesto sobre las discriminaciones que existen en el acceso de las mujeres a las pensiones, especialmente las contributivas, a pesar de la aparente neutralidad de las mismas.

El actual sistema de pensiones se diseñó durante la dictadura franquista. En este periodo no cabía otro modelo de familia, ni de sociedad, que no fuese aquella en que el hombre se ganaba el sustento trabajando fuera de casa, es decir, cotizando, mientras que la mujer era la responsable del cuidado del hogar, la descendencia y las personas dependientes. Dado que estas actividades no cotizaban, ésta, y los/as hijas/os, eran beneficiarios derivados de las cotizaciones del marido. La nueva democracia jamás discutió, como en tantas otras cosas, este modelo. Solo en los últimos años se han añadido pequeños parches (complemento de cotización por partos, reducción de jornada o excedencia), pero jamás han cuestionado la división sexual del trabajo que impera en la sociedad.

En general, el acuerdo sobre la reforma de las pensiones supone, además del aumento de la edad de jubilación, una penalización a las personas con menos años cotizados, dificultando el acceso a las pensiones contributivas, reduciendo la cuantía de éstas y aumentando el famoso periodo de cómputo. Además se imponen otras medidas como la eliminación de los complementos a mínimos en determinados casos y rebajar el complemento de las lagunas de cotización (antes era con la Base mínima, ahora después de 24 meses será el 50% de ésta)

Todo esto va a perjudicar claramente a las mujeres, tal y como se ha dejado constancia en el Manifiesto anteriormente citado.

Por primera vez, el Pacto de Toledo refleja este problema en las conclusiones aprobadas y reconoce que las medidas planteadas serán mucho más perjudiciales para las mujeres. Para ello proponen algunas soluciones: la posibilidad de aumentar su jubilación antes de los 67 años 9 meses por cada hijo/a si han interrumpido su vida laboral por su nacimiento o adopción. También se aumenta el complemento del periodo cotizado en caso de excedencia por cuidado de hijos hasta tres años. A esto hay que sumarle otras medidas ya existentes que van en la misma línea, como son los complementos en caso de reducción de jornada por cuidado de un/a menor o los 112 días por cada parto.

Estas medidas, además de suponer un parche, no van a solucionar el verdadero problema y además continúan perpetuando el rol de cuidadoras asignado socialmente.

Primero, porque el problema de las mujeres no viene dado exclusivamente por la mayor solicitud de excedencias por cuidado de menores o reducciones de jornada. Aun en medio de una crisis que ha afectado principalmente al empleo masculino, las mujeres seguimos estando ligeramente por encima en la tasa de paro (para el último trimestre de 2010 para los hombre era de 19,95% y para las mujeres de 20,79%). Al cotizar menos cobramos menos prestaciones contributivas de desempleo y más asistenciales (las que no cotizan). También las mujeres tenemos los salarios más bajos y por tanto menores bases de cotización. Además participamos en mucha mayor medida en la economía sumergida. Los complementos para las personas que solicitan reducción de jornada dejan fuera a las personas que comienzan su relación laboral con un contrato a tiempo parcial. Según datos del Ministerio de Trabajo, el 63,33 % de los contratos parcial en el primer semestre de 2010 eran firmados por mujeres. De acuerdo con la EPA, el porcentaje de mujeres que ha elegido este tipo de jornada por atender cuidados de personas dependientes u otras obligaciones familiares, es de un 29,9% frente a un 3% de los hombres. Como contradicción a esto tenemos que en el Acuerdo sobre políticas de empleo que se va a aprobar junto con la Reforma de las pensiones esta hablando de reducir las cuotas a la Seguridad Social de las empresas que firmen este tipo de contratos. Es decir, mientras se endurece el acceso a la jubilación a las personas que tengan menos tiempo cotizado se fomentan los contratos que menos cotizan, por el que además los empresarios no tendrán que pagar un duro a la Seguridad Social.

Además de todo esto, y como explicábamos al principio, las medidas actuales siguen favoreciendo el rol de cuidadora de las mujeres, el mismo papel que nos asignaba el franquismo.

Se plantea también la posibilidad de mejorar estas condiciones para trabajos especialmente penosos, tóxicos o peligrosos. A espera de la aprobación del catálogo de dichas profesiones, nos tenemos que perpetúe conceptos patriarcales en los que solo se consideran este tipo de trabajos a la profesiones más masculinizadas, olvidándose de las difíciles condiciones de trabajo que también sufren cuidadoras, limpiadoras o empleadas de ayuda a domicilio, por poner algunos ejemplos.

No nos engañemos, detrás de esta Reforma (el propio Gobierno lo ha admitido) se encuentra la intención de favorecer los planes privados de pensiones, de los cuales la mayor beneficiaria es la banca. Teniendo en cuenta las características del trabajo femenino, nosotras, que sufrimos más el desempleo, la economía sumergida y los bajos salarios, tendremos probablemente menos capacidad de ahorro y menos posibilidad de contratar por tanto esto productos financieros. La feminización de la pobreza no es un problema exclusivo de los países menos desarrollados, es una característica actual también de las sociedades del llamado “Primer Mundo”.


Por último vuelve a posponerse la integración del Régimen Especial de Empleadas de Hogar al Régimen General, que según el documento publicado se abordará en trámite parlamentario, estaremos a la espera.

El “Manifiesto por la Igualdad de Género en la Reforma de las Pensiones” antes citado hace referencia a una serie de medidas que pueden suponer la mejora y equidad del sistema de pensiones, pero no olvidemos que las soluciones deben pasar por un cambio social que iguale las funciones atribuidas a hombres y a mujeres, que dignifique los cuidados y haga partícipe de los mismos no solo a los hombres sino también a la sociedad entera, a través de políticas públicas que asuman dicha actividad considerándola como una más dentro de la producción.

Beatriz Alonso
Responsable de Mujer de la Agrupación del PCE de Leganés

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