viernes, 8 de junio de 2012

Escuela y desigualdad de género

Hablar de la desigualdad de género en las escuelas actuales, teniendo en cuenta la obligatoriedad de las mujeres a estar escolarizadas desde los años 70, la educación mixta y los colegios sostenidos con fondos públicos; nos puede provocar un sentimiento lejano y “pasado”, pero la realidad es bien distinta y el camino ha sido y será muy largo.

El desarrollo de la escuela y la ampliación de los años de escolarización han ido siempre unidos a la idea de la relación existente entre educación e igualdad social.
Podemos decir que la educación es una manifestación de la igualdad social y de oportunidades y la escuela debe luchar contra esa desigualdad social que se manifiesta en varios grupos: la desigualdad según la pertenencia a un grupo socioeconómico u otro,  la desigualdad de género, la desigualdad por pertenencia a una etnia o cultura minoritaria y la desigualdad relacionada con la discapacidad poseída por algunas personas. 
La relación de estos grupos con la escuela ha transcurrido desde la exclusión o no pertenencia a la escuela, hasta la integración en la escuela.

 Centrándonos en el tema del género, su evolución en las fases educativas ha sido la siguiente:

 -Fase de exclusión: cuando la escuela aparece en la sociedad, motivada por una serie de cuestiones, se constituye como una escuela de unos pocos, una minoría social. En concreto va a ser una escuela para las clases sociales más altas y para varones.
Decían que las mujeres, por “naturaleza”, estaban relegadas al ámbito privado, esto conllevaba que éstas fueran educadas en cuestiones domésticas relacionadas con la función reproductora… y todo eso se aprendía en casa.

 -Fase de segregación: se comienza a reconocer el Derecho a la Educación para todos y todas y se incorporan a la escuela los grupos sociales que previamente habían estado excluidos. Lo que va a ocurrir es que se van a crear unas escuelas para unos grupos y otras para otros grupos con distinto currículo, contenido…
Las mujeres obtienen el Derecho a la Educación, en los niveles más básicos, con la creación de la Ley Moyano en 1857, aunque se sigue manteniendo la idea de división sexual del trabajo y hace que exista un currículo para mujeres y otro para hombres. Pueden tener contenidos comunes pero otros eran propios de cada sexo.
Se plantea un sistema escolar de escuelas segregadas que hace q alumnos y alumnas no compartan el mismo espacio (aulas y edificios diferentes).

 Esto a los cántabros y cántabras no nos asombra demasiado, ya que a día de hoy tenemos un colegio concertado (un colegio privado sostenido con fondos públicos), el Torrevelo-Peñalabra donde segrega a niños y a niñas y se defiende con argumentos como:

“Aprovechando los movimientos feministas igualitaristas nacidos de la revolución del 68 y todavía en ausencia de datos científicos sobre la existencia de un dimorfismo sexual innato, comenzó a extenderse con enorme facilidad la idea de que las diferencias entre niños y niñas se debían únicamente a la educación, crianza o cultura; pero nunca a diferencias biológicas marcadas por los genes, las hormonas o el cerebro”

“Sostener que hombres y mujeres son iguales en aptitudes, habilidades o comportamiento es construir una sociedad basada en una mentira biológica y científica”

 “El cerebro femenino ha sido programado para garantizar el mantenimiento de la armonía social. La mujer es un ser social por excelencia, no puede vivir aislada o sin relacionarse con otras personas de su entorno. Su cerebro está configurado para sentir, desde muy pequeñas, atracción por las relaciones interpersonales”

 “Cuando, en la pubertad, el estrógeno inunda el cerebro femenino, las mujeres empiezan a concentrarse intensamente en sus emociones y en la comunicación. Las hormonas las empujan hacia la conexión humana. Los trabajos solidarios, la atención a los demás empiezan a dominar su mundo. Es el momento vital en el que muchas chicas con excelentes dotes en matemáticas, física o informática, que siempre habían soñado con ser ingenieras o arquitectas, empiezan a replantearse su orientación profesional y a encauzarla hacia materias más “humanas”, como la medicina, la enfermería o la enseñanza. Este es otro de los motivos por el que las mujeres, aún siendo perfectamente capaces de llegar tan lejos como cualquier chico en ramas de ciencias, acaban en un porcentaje muy elevado dedicándose a carreras más orientadas a la gente”.


-Fase de integración: se reconoce el derecho a la integración y todos los grupos pasan a formar parte de la misma escuela. El problema es que esos grupos llegan a una escuela concebida y construida a medida de los grupos dominantes (los que llegaron primero a la escuela: varones “nacionales” de clase alta y sin ningún tipo de discapacidad).

Las reformas educativas que se han ido solapando hasta la actualidad, nos han dejado un gran referente para solventar las desigualdades de género: la coeducación.
La coeducación es algo más que la escuela mixta. No es la mera coexistencia de niños y niñas en la misma escuela sino que es una filosofía educativa que pretende el autorreconocimiento de nuestro propio sexo, el reconocimiento del otro y el tratamiento igualitario de ambos. Pretende por tanto eliminar cualquier jerarquía basada en el género de las personas y de los valores propios de cada uno de ellos.
Las niñas se incorporan a la escuela de los niños donde se enseñan saberes y conocimientos que tradicionalmente han estado vinculados al rol masculino sin que se haya logrado en gran medida la incorporación de otros conocimientos tradicionalmente femeninos.
La reforma coeducativa comienza en los 70, momento en que hay cierta sensibilidad a temas referentes a las mujeres y a través de movimientos feministas.
Es la reforma educativa que más éxito ha tenido, con resultados homogéneos y brillantes. Por fin se consigue una experiencia igualitaria en espacios, contenidos y evaluación.
En el Estado español el porcentaje de mujeres que estudiaban en la Universidad era del 10% y en los 80 se igualó al 50%. Desde hace varios años son más mujeres que hombres las que acceden a la Universidad.

Quizás en la actualidad, deberíamos de volver a retomar el significado de la coeducación, ya que muchas veces nos olvidamos dando a los alumnos textos sexistas, editoriales que todavía trabajan de forma retrógrada, no acercando a los niños y niñas a la sociedad actual… y viviendo la coeducación como un tema transversal que solo se valora en días señalados y no como algo implícito en la vida académica y personal del alumno y la alumna.

Biuca Cueto. Militante de la Asamblea Feminista Langresta


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