viernes, 7 de septiembre de 2012

Pussy riot: Libertad de expesión

Pasan cosas tan lamentables en la política de nuestro país y del mundo entero y estamos tan acostumbrados a que se dé a las protestas políticas otro calificativo para poder así dictar sentencias punitivas, que el caso de las tres chicas, integrantes del grupo Pussy Riot que parecía ir a convertirse en uno de los juicios más movidos y peligrosos para el señor Putin, no han encontrado en nuestro país demasiado eco. Afortunadamente existe la gente joven, esos que los conservadores de todo el mundo descalifican sistemáticamente porque no actúan como ellos, que en las redes sociales ya se han ocupado de defender a las chicas y de repetir hasta la saciedad el objetivo de un acto que no era más que una protesta por la política dictatorial de Putin.

El pasado mes de febrero tres chicas de las cinco que integran el grupo Pussy Riot, Nadezhda Tolokónnikova de 22 años, Maria Alyokhina de 24 y Yekaterina Samutsevich de 29, entraron con el rostro cubierto en la catedral ortodoxa de Cristo Salvador de Moscú y organizaron un concierto espontáneo y una actuación para denunciar el apoyo del patriarca Kirilde la Iglesia Ortodoxa a la campaña electoral de Putin, que entonces era primer ministro, para volver al Kremlin.

Esta es la realidad, pero hace un par de días en el juicio que tuvo lugar en Moscú donde se las había mantenido en la cárcel durante seis meses, se condenó a las chicas a dos años de cárcel tras ser halladas culpables del delito de "vandalismo motivado por odio religioso" según la jueza Marina Syrova en un veredicto recibido con múltiples protestas de simpatizantes del grupo y opositores al presidente ruso, Vladimir Putin.

Las chicas reconocieron que habían podido cometer un "error moral" pero negaron que tuvieran odio religioso, dijeron que solo habían querido mostrar su disconformidad con el apoyo de la iglesia ortodoxa a Putin y a la misma política de Putin y se declararon inocentes de los cargos de vandalismo de los que se les acusaba. "Nunca dijimos nada para insultar a los creyentes, a la Iglesia o a Dios", aseguró Tolokonnikova en un comunicado leído por los abogados del grupo durante el juicio.

Recibieron el apoyo de medio mundo aunque no sirvió de nada a la hora de ser condenadas, ni siquiera los de Paul McCartney, Red Hot Chili Peppers, Björk, Patti Smith, Madonna, Sting, Faith No More o Yoko Ono e incluso Gary Kasparov que asistió a la manifestación convocada ante el tribunal de Moscú para solicitar la absolución de las chicas y fue vapuleado por la policía como puede verse en un vídeo que corre por la red.

También entre los suyos han surgido miles de personas que las apoyan como la joven de 22 años que se crucificó en la entrada de una iglesia de San Petersburgo para protestar contra la persecución que está padeciendo Pussy Riot y otros seguidores que lograron más de 34 mil firmas en una carta donde se pide que sean liberadas "Las chicas no mataron a nadie, no actuaron con violencia ni robaron", contó una sus fans. Y lo que no sabemos que dijeran pero que vale la pena recordar, es el coraje y valentía demostrados por esas chicas para protestar en un país como Rusia contra el apoyo que un Pope ha dado a la dictatorial política de Putin.

Es impresionante que para poder condenarlas y aunque estaba claro, porque así lo decían las canciones y lo declararon los testigos, que era un acto político contra Putin en el que tres ciudadanas utilizaron el derecho a la crítica, y a la manifestación de sus ideas que, como todo el mundo sabe y los rusos por poco tiempo que lleven en democracia también deberían saber, que la libertad de expresión está refrendada por la democracia misma. Pero no cuando la religión tiene la palabra. Y aunque los rusos llevaron cincuenta años siendo un país laico, al parecer la religión ha renacido con más furor que nunca, y aunque los popes o sacerdotes o lo que sea de esta Catedral hayan proclamado a los cuatro vientos que ellos las han perdonado, la justicia rusa no puede dejar de referirse al hecho religioso para tener segura la condena de las chicas.

¿Odio religioso? ¿Y qué si lo tuvieran? ¿Vandalismo por cantar en el presbiterio de la Catedral? ¿No lo hacen todos los curas que quieren modernizarse para acercarse a los fieles?

Las religiones tienen el poder porque se lo dan los gobernantes, tanto en Rusia como en España como en la mayoría de los países occidentales. En los orientales no siempre lo tienen aunque les es más fácil entrar y permanecer en el corazón de los hombres y mujeres que a los dioses occidentales, pero esta ya es otra historia.

Lo cierto de la historia de hoy es que del mismo modo que la economía, aunque sea la bastarda economía de las estafas, va por delante de de los servicios sociales de la población; del mismo modo que las estrategias electorales o incluso personales de los políticos pasan por delante de la ideología, también es cierto que la iglesia, sea cual sea ella misma y sean cuales sean sus creencias, va por delante de la democracia no solo en la imposición de sus verdades pseudo científicas que pronto o tarde se demuestran falsas sino, como en este caso, para aplastar con su presencia uno de los derechos fundamentales que creíamos tener los humanos que vivimos en países democráticos, el derecho a la libertad de expresión.
 
Rosa Regás.
 
 
 

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