
8 MARZU A LAS 20:00 HORAS ENA PRAZA PORTICÁA:
Su voz fue una de las tantas que se alzaron en los primeros años de la Revolución Rusa de 1917 para debatir sobre el amor, el matrimonio, las uniones libres, la sexualidad, la extinción de la familia, la socialización del trabajo doméstico, la educación de los niños, el derecho al divorcio y al aborto, entre tantas otras cuestiones que hacen a la vida cotidiana. Y estos debates, sus avances y retrocesos, el desgarramiento entre una sociedad nueva por nacer y la vieja sociedad reaccionaria y opresora que se derrumbaba, se describen y analizan en La mujer, el Estado y la revolución, una exhaustiva investigación de la historiadora norteamericana Wendy Z. Goldman que, por primera vez se presenta en castellano en esta edición conjunta de la agrupación de mujeres Pan y Rosas y Ediciones del IPS.
El amor en tiempos de revolución
¿Cómo crear una legislación para un estado que se concebía, desde su inicio, destinado a perecer? El Código Civil de 1918, resultante de profundos debates y estudios de juristas, intelectuales y dirigentes bolcheviques, no tenía parangón en la legislación más avanzada de los países centrales europeos. Y, sin embargo, como señala Wendy Z. Goldman, “a pesar de las innovaciones radicales del Código, los juristas señalaron rápidamente ‘que esta legislación no es socialista, sino legislación para la era transicional’. Ya que este Código preservaba el registro matrimonial, la pensión alimenticia, el subsidio de menores y otras disposiciones relacionadas con la necesidad persistente aunque transitoria de la unidad familiar. Como marxistas, los juristas estaban en la posición extraña de crear leyes que creían que pronto se convertirían en irrelevantes.”
Garantizar la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, pero especialmente trabajar en la transformación radical de todo aquello que obstaculizara la igualdad ante la vida, donde las mujeres permanecían esclavizadas en el embrutecedor trabajo doméstico, víctimas de opresivas costumbres ascentrales que era necesario arrancar de raíz de la cultura y la vida social soviéticas. Nada de esto podía resultar una tarea sencilla en medio de la guerra imperialista, la guerra civil, las sequías y hambrunas que asolaban al naciente estado obrero. Sin embargo –como señalamos en el prólogo a La mujer, el Estado y la revolución- “las dificultades no eran óbice para un pensamiento audaz de los dirigentes bolcheviques, que sobrevolaba por encima de los aprietos que imponía la realidad. (...). La vida privada era un objetivo de la revolución en curso, como si aquella otra consigna de que ‘lo personal es político’, levantada por las feministas de los años ’70, se encontrara anticipada en las ideas que el bolchevismo tenía sobre la emancipación de las mujeres.”
Ellos y ellas se atrevieron, no sólo a tomar el poder, sino a tomar el cielo por asalto, pensando nuevas formas de relaciones humanas, despojadas de la coerción, la represión, el despotismo y la mezquindad familiar. Imaginaron que el comunismo no era sólo una asociación de productores libres sino también una sociedad donde, como dijera el sociólogo Vol’fson, parafraseando a Engels, “la familia será enviada a un museo de antigüedades, donde yacerá junto a la rueca y el hacha de bronce, a la calesa, la máquina de vapor y el teléfono de cable.”
El amor en tiempos de reacción
¿Y no es acaso ese tesón y esa confianza en las ideas revolucionarias uno de los aspectos más valiosos de estas experiencias que subvirtieron la vida de millones de hombres y mujeres?
Fue necesaria la derrota de los levantamientos revolucionarios de los obreros de la moderna Europa; la persecución y el aislamiento en cárceles, campos de trabajo forzoso; fueron necesarios el exilio, los juicios fraguados y el fusilamiento de miles de estos revolucionarios para que –paradójicamente- en nombre del socialismo, se limitara el desarrollo de la socialización de los servicios de guarderías, lavaderos y comedores, para que se desenterrara el culto a la familia, para que se estableciera que el matrimonio civil era la única forma legal de unión frente al Estado, para que se suprimiera la sección femenina del Comité Central del Partido Bolchevique, para que se volviera a penalizar la homosexualidad como en tiempos del zarismo y se criminalizara la prostitución, para que se prohibiera el aborto y se desacreditaran las ideas que se debatían ardientemente en los primeros años de la revolución.
La reacción stalinista no tenía nada en común con las mejores tradiciones del socialismo, que impregnaron de un espíritu profundamente libertario los primeros debates de los revolucionarios rusos. Más bien, el stalinismo era todo su contrario y miles de deportados, presos y asesinados lo atestiguaron con sus vidas.
Encabezamos el prólogo de esta obra de Wendy Z. Goldman con una frase de Trotsky que dice: “todo el que se inclina ante los hechos consumados es incapaz de preparar el porvenir.” La burocracia stalinista se inclinó ante los hechos consumados, pero pérfidamente, haciendo de la necesidad, virtud, llamó a esto, “socialismo”. Éste ha sido, quizás, el crimen más grotesco, siniestro y de consecuencias más graves para los explotados y oprimidos. Como señala Wendy Z. Goldman, contra la reacción emprendida por el stalinismo –que, en cuanto a la política familiar y la vida social no se fundaba en ninguna limitación económica, sino en condicionamientos exclusivamente ideológicos-, “la tragedia de la reversión en el campo de la ideología no fue sencillamente el haber destruido la posibilidad de un nuevo orden social revolucionario, aunque millones habían sufrido y muerto precisamente por este motivo. La tragedia fue que el partido siguió presentándose como el heredero genuino de la visión socialista original. (...). Y la tragedia más grande de todas es que las generaciones subsiguientes de mujeres soviéticas, desheredadas de los pensadores, las ideas y los experimentos generados por su propia Revolución, aprendieron a llamar a esto ‘socialismo’ y a llamar a esto ‘liberación’.”
El amor en tiempos de restauración
De esto ya no habla el libro de Wendy Z. Goldman. ¡Pero qué bueno es un libro cuando nos hace pensar sobre aquello que dice y nos abre algunas pistas sobre lo que no dice! ¿Estamos mejor o peor que en tiempos de la revolución rusa, hace casi un siglo atrás? Nunca antes, como en el período del neoliberalismo, los derechos de las mujeres, de las minorías, de la infancia, el respeto de las identidades y la libertad sexual se difundieron y cristalizaron en leyes, instituciones, organizaciones no gubernamentales, protocolos internacionales, etc. Pero paradójicamente, mientras hasta las instituciones financieras internacionales tienen sus “secretarías de género y desarrollo”, los planes económicos y las políticas neoliberales provocaron que los antiguos vejámenes contra las mujeres se convirtieran en ingentes negocios, como por ejemplo, la prostitución y la trata de mujeres para la explotación sexual, la pornografía, etc.
En el mundo contemporáneo, el capitalismo se solaza en modelos puritanos de reaccionarios y fundamentalistas, al tiempo que desarrolla el mayor mercado legal e ilegal jamás conocido para el goce ilimitado del individuo; discute y avanza sobre derechos de los más desprotegidos y, al mismo tiempo, dispone de todas las posibilidades para violarlos sistemáticamente. Propone nuevos modelos de relaciones personales, sin liquidar los prejuicios y las estructuras más arcaicas. Campañas contra el abuso infantil y liberación de las fronteras para el tráfico de niñas y niños de los países semicoloniales a las grandes metrópolis; derechos igualitarios y respeto a la diversidad que integran a ciertos excluidos a la norma, mientras en los márgenes, los que aun permanecerán excluidos siguen siendo víctimas de feroces represiones institucionales y privadas. Si hay mayor grado de libertad sexual para las mujeres, a su lado crece el comercio de la estética, el negocio de la prostitución masculina y el aliento del consumo infinito para la obtención de una imagen de perfección y eterna juventud. Si hay más derechos civiles para los homosexuales, a su lado se multiplican los negocios que incentivan el turismo, el ocio y la diversión gay-friendly basados precisamente en el mantenimiento del “ghetto”. Como señala Daniel Bensaïd en su libro Los irreductibles, “la defensa de la diferencia se reduce entonces a una tolerancia liberal represiva, simple reverso proteccionista de los intereses de los consumidores por asociaciones de la homogeneización del mercado.”
En ese océano de individuos sin individualidad, las relaciones interpersonales se degradan para convertirse en una gran farsa en la cual, como decía Alexandra Kollontai, no hay más que la satisfacción “del individualismo más grosero que caracteriza nuestra época”: el de los sujetos que tratan de huir de la soledad haciéndose creer, mutuamente, que lo son todo para el otro. En el ¿mejor? de los casos, un “individualismo de a dos”, como decía la dirigente bolchevique.
Y por casa, ¿cómo andamos?
¿Las revolucionarias y revolucionarios tenemos algo para decir sobre todo esto? Y además de lo que podríamos decir ¿podemos mostrar otras formas de relaciones interpersonales que, sin estar exentas de desgarrantes contradicciones, también prefiguren lo más libertario, profundo y sensible del futuro que ambicionamos liberado de toda opresión?
La mujer, el Estado y la revolución nos permite asomarnos a esa visión ambiciosa, creativa, rupturista, de vanguardia, de los líderes bolcheviques de hace un siglo atrás y pensar, un siglo después, si los revolucionarios de hoy somos capaces de crear un ámbito de reflexión y construcción de relaciones más libres, comprometidas y diversas que cuestionen la naturalización que hace la sociedad burguesa de la opresión de las mujeres, la discriminación de lesbianas y homosexuales, la marginación de quienes construyen otras formas de relaciones interpersonales que no se amoldan a la pareja heterosexual convencional.
El libro de Wendy Z. Goldman, más allá de ser una minuciosa y recomendable investigación histórica para quienes quieran adentrarse en los aspectos menos conocidos de la Revolución Rusa de 1917 y del proceso de reacción termidoriana del stalinismo, tiene el mérito de provocarnos un cuestionamiento más profundo de nuestras convicciones revolucionarias, para quienes creemos que no sólo de luchas sindicales o democráticas y programa político vivimos los revolucionarios. Los militantes, especialmente los jóvenes, pero también todas aquellas trabajadoras, trabajadores y estudiantes que despiertan a la vida política tienen el desafío de apropiarse de estas ideas libertarias que la revolución obrera despertó hace casi un siglo atrás, para atreverse a tomar el cielo por asalto.
La Verdad Obrera
Desde las asociaciones estudiantiles Contrapoder y RQTR os invitamos a participar a las jornadas feministas de teoría y práctica crítica que se realizarán la semana del 7 al 11 de marzo de 2011 en la Facultad de Políticas y Sociología de la Complutense.
Fundamentación y objetivos:
El objetivo de las jornadas consiste en crear un espacio de debate en clave crítica en torno a las principales perspectivas que se encuentran actualmente en los recorridos de la teoría feminista.
Pretendemos también tanto ayudar a visibilizar cuestiones y problemas fundamentales que tienen que ver con las temáticas de construcción de género, c...omo complementar la formación académica de los alumnos y alumnas en relación a un tema fundamental, pero con poca cabida en el ámbito universitario, como es la teoría feminista.
Tendremos tanto una parte teórica con conferencias, ponencias y mesas redondas, como una parte más práctica con charlas, talleres, videoforum.
Por supuesto, la fecha clave de todas las jornadas será el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Consecuentemente con las ideas y las prácticas que pondremos en la mesa de debate esos días, nosotras asistiremos a la manifestación.
Pueden participar todas las alumnas y alumnos de la Universidad Complutense de Madrid, tanto de licenciatura, como de grado o de posgrado.
Programa:
LUNES 7 de marzo: Historia de la lucha feminista.
Mañana:
Presentación de las jornadas
Introducción e historia. Luisa Posada.
Nuevos desafíos: la agenda feminista actual. Carmen Romero, Emanuela Lombardo y Mayte Martín.
Tarde:
Disidencias corporales e identitarias: lo Transgénero y la intersexualidad. Silvia Dauder.
Visionado de “Octopus Alarm” y debate.
MARTES 8 de marzo: Mujer y Economía.
Mañana:
10 a 11h. Clase y Género. Amaya Orozco
12 a 14 h. Crisis de los cuidados. Cristina Vega, Magdalena Díaz y Maria Bustelo
Comida popular a cargo de la organización.
Se harán pancartas para la manifestación
Tarde:
Manifestación por el día de la Mujer Trabajadora.
MIÉRCOLES 9 de marzo: Otras voces en la lucha feminista. Hacia un feminismo no etnocentrista
Mañana:
10 a 11.30h: Sexualidad, parentesco y patriarcado. Maribel Blázquez e Ignacio Pichardo.
12 a 14h: Movimientos de mujeres y otros feminismos. Almudena Cabezas y los movimientos transnacionales en América Latina. Sayak Valencia y David Berná.
Tarde:
16 a 19 h: Experiencias concretas en la lucha de las mujeres. Ecuador y Colombia. Cristina Romero y Leticia Rojas.
JUEVES 10 de marzo: Actos corporales subversivos.
Mañana:
10h. Encuentro con los movimientos sociales feministas.
13h. Performance y crossdressing: deconstruyendo la regulación de los cuerpos
Tarde:
16 a 19h. Epistemología, ciencia y feminismo: patologización y dictadura sobre el cuerpo femenino.
Elena Casado, Carmen Romero y Sara Lafuente
VIERNES 11 de marzo.
Tarde:
Asistencia obligatoria para créditos a una asamblea o puesta en común. Cada alumno/a traerá su memoria de las jornadas.
Noche:
Fiesta en un centro social aun por definir.
Fechas: Del 7 al 11 de Marzo 2011, mañana (de 10 a 14h) y tarde (de 16 a 19).
Duración del curso (horas lectivas): 40 horas
Se están tramitando 2 créditos de libre configuración a las participantes.
Todas aquellas que vayan a pedir el reconocimiento de créditos que envién un mail antes del inicio de las jornadas a jornadasfeminismosomosaguas@gmail.com
Lugar de celebración: Salón de actos de la planta sótano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM
Importe: Gratis
Plazo de inscripción: Hasta el día antes de empezar el curso, contactando a nuestro mail: jornadasfeminismosomosaguas@gmail.com
Más información:
jornadasfeminismosomosaguas.blogspot.com
jornadasfeminismosomosaguas@gmail.com
Organizan:
AU Contrapoder y RQTR
Karina del Carmen Clímaco fue condenada a 30 años de prisión, porque según fallo judicial, ella mató a su hija "recién nacida". En principio Karina había sido acusada por aborto consentido, luego el cargo pasó a homicidio agravado. Estuvo presa siete años y medio.
Cristina Quintanilla fue condenada a 30 años por el "asesinato" de su hijo aún en gestación. La autopsia de Medicina Legal ni siquiera había determinado la causa de la muerte del feto. Tampoco había otra prueba que la incriminara. Pero a pesar de ello paso cuatro años presa por supuestamente haber asesinado a su bebé.
Marlene Ponce, de 18 años, cuando tenía como siete meses de embarazo –17 de junio del 2009, ya con el gobierno de centro-izquierda del FMLN- fue al baño y perdió su feto. Ella fue acusada de aborto consentido y alternativamente de homicidio agravado. Pasó "sólo" un año presa.
María Edith Hernández, quien fue acusada en un inicio de haber abortado a su hijo, al final fue condenada a 30 años de cárcel por homicidio, de los que sólo pasó un poco más de dos tras las rejas, pues el cáncer linfático que padecía le ganó la batalla y murió el 30 de abril de 2010, dejando en la orfandad a sus dos hijos, actualmente de 9 y 11 años de edad.
Las cuatro mujeres fueron a parar a la cárcel por las denuncias médicas.
Definir como ser humano al feto
La Iglesia Católica y los llamados “grupos pro vida” son los principales apologistas de la penalización absoluta del aborto. Y el argumento que utilizan contra los abortos espontáneos es que en realidad se produjo un nacimiento y la madre mató al bebé. “Por ejemplo en el caso de Clímaco el bebé fue estrangulado”, dijo la directora de la Fundación sí a la Vida, aunque las ultimas pruebas judiciales con las cuales recuperó su libertad niegan esa declaración.
En México ocurren casos similares. Uno muy conocido fue el de las "Siete de Guanajuato", mujeres que purgaban condenas a penas de hasta 29 años de cárcel por abortos espontáneos, fueron liberadas luego de pasar hasta 8 años presas. Las mujeres son, cómo no, pobres y con poca educación, y se comprobó que sufrieron abortos espontáneos y que no hicieron nada para dañar a los nonatos.
Dennis Muñóz, abogado de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto Terapéutico, Ético y Eugenésico de El Salvador, considera que el caso de María Edith es emblemático. Ella sufrió un aborto natural y por culpa de una persona [médico] que violó el secreto profesional, fue a parar a la cárcel.
“Las leyes restrictivas del aborto se solidificaron en 1999 cuando por medio de reforma constitucional se definió como ser humano al feto desde el primer momento de la concepción”, sostiene la Agrupación.
A partir de dichas reformas “en El Salvador muchas veces los abortos espontáneos, partos prematuros que las mujeres enfrentan han terminado convirtiéndose en delitos agravados y han implicado condenas de hasta treinta años para mujeres, y no es un sólo caso”, dijo Morena Herrera, presidenta de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto.
El artículo 133 del Código Penal Establece que la persona que provoque un aborto y quien se lo realice, serán sancionados con prisión de dos a ocho años. Sin embargo, la Fiscalía suele transformar el "delito" en homicidio agravado, lo que lleva la acusación a 30 años de cárcel.
“Usted no puede matar a un muerto. Eso es lo que sucede en los casos en que la Fiscalía intenta probar que en abortos prematuros [espontáneos] la madre asesina a su hijo: no lo pueden probar”, explicó Muñóz.
Denominador común: la pobreza
Existe un denominador común en las mujeres que son llevadas a prisión por abortos: son de escasos recursos y su estado de salud no es el óptimo.
“Existe una persecución contra las mujeres pobres. En el país no se ven casos de mujeres con recursos económicos que estén en la cárcel por abortar, además en todos los hospitales nacionales se está revelando el secreto profesional y eso es grave”, afirmó Muñóz.
Herrera coincide en que la mayoría de mujeres que están siendo condenadas injustamente, como Karina, Cristina, Marlene y María Edith, tienen un mismo perfil: “Mujeres que viven en situación de pobreza, jóvenes que tienen un bajo nivel de instrucción educativa, conocen poco de leyes, tienen poco apoyo para hacer una defensa de su caso. Entonces son condenas fáciles que la Fiscalía General de la Republica (FGR) consigue y las mujeres quedan soterradas en las cárceles”.
En opinión de la activista, a las mujeres se les está negando el derecho a la presunción de inocencia, ya que “pasan directamente del hospital a la cárcel, llegan en estado grave de salud, sin darse cuenta y sin comprender lo que les ha pasado, se ven en un proceso judicial que las lleva directamente a la cárcel y a una condena mas grande”.
Según la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, esa grave situación ha llevado a muchas mujeres que han sufrido abortos espontáneos a no ir al hospital, lo que ocasiona que muchas mujeres mueran.
El gobierno "progresista" del FMLN, con la bancada más numerosa en el Parlamento, no ha hecho nada al respecto. Más bien al contrario, cuando la directora del Instituto de la Mujer firmó convenios internacionales referentes al aborto terapéutico, fue inmediatamente despedida por el presidente Funes].
Tres mujeres, entre ellas una menor de edad, fueron asesinadas a balazos este lunes dentro de una vivienda en Ciudad Juárez (norte de México), informó la Policía Municipal.
El ataque ocurrió este lunes por la noche en un barrio del sur de la ciudad fronteriza con la estadounidense El Paso (Texas), "cuando varios hombres armados ingresaron al interior de una vivienda y atacaron a tiros a las tres mujeres", dijo el portavoz de la Policía, Adrián Sánchez.
Según los informes preliminares, las tres víctimas serían madre e hijas, sin embargo el dato no ha sido confirmado.
Ciudad Juárez está considerada la urbe más violenta de México por registrar más de 3.100 asesinatos en 2010, con un promedio de 9 homicidios por día.
En lo que va de año ya ha habido más de 300 asesinatos. También Ciudad Juárez ha llamado la atención nacional e internacional desde la década de 1990 por los asesinatos de cientos de mujeres, muchos de ellos sin esclarecer.
No es necesario que pensemos en situaciones o hechos alejados, simplemente debemos reflexionar sobre nuestra infancia, los cuentos que nos leían como Blancanieves o Cenicienta, o sin ir más lejos en películas como "Pretty Woman", Nothing Hill " o tantas otras.
Todas estas historias nos hablan de un tipo especial de relación afectiva: el amor romántico. Este tipo de amor supone la existencia de dos personas incompletas o infelices que encuentran el sentido de su existencia en "el otro". Habitualmente, se habla del destino como esa fuerza que nos conduce hacia nuestra mitad y que es totalmente independiente de la voluntad individual. El destino sería la causa que dos personas se encuentren y "enamoren". Esta es la explicación a la que se suele recurrir para explicar el encuentro amoroso.Para muchas personas, la vida comienza cuando se produce este encuentro tan "especial". Esta idea que empezamos a vivir a partir del momento en que se produce este encuentro y el acondicionamiento de todas nuestras metas a este objetivo forma parte de lo que se conoce con el nombre de "complejo de Bella Durmiente", ya que aquellas personas que tienen interiorizadas estas ideas no tienen un proyecto de vida individual, sino que condicionan toda su existencia al encuentro con ese otro que les aportará ilusión, confianza y entusiasmo. El sentimiento de identidad personal estaría, pues, ligado al hecho de encontrar esta relación idílica y mantenerla.
En ese instante nos encontramos con otro concepto: el de "media naranja". ¿Qué significa verdaderamente este término? Lo que hace entender es que tanto mujeres como hombres somos personas totalmente incompletas y necesitamos del otro para llegar a la satisfacción y realización máximas. Pero además, también lleva a pensar que "los dos juntos constituimos una unidad" y, por tanto, hay coincidir en deseos, formas de satisfacerlos, criterios, valores, pensamientos, sentimientos, preferencias, gustos ... En otras palabras: se piensa que amar a otra persona es coincidir con ella en una gran variedad de aspectos. La socialización femenina ha insistido en cómo de incompleta es una mujer sin un hombre, pero en la actualidad también muchos hombres participan de este mismo sentimiento de falta de identidad individual.
Por lo tanto, y partiendo de este punto de vista, ¿qué pasa cuando, con el tiempo, los dos miembros de la pareja empiezan a mostrarse tal como son? Aparecen los primeros conflictos que estas parejas interpretan como desamor o muestras de egoísmo, entrando en un modelo de confrontación que supone que, si uno tiene razón, el otro se equivoca. En este estado de cosas, cada miembro de la pareja intentará que el otro haga / deje de hacer lo que él / ella quiera.
Aparecen las luchas de poder en el seno de la pareja que generan mucho resentimiento, decepción, angustia y frustración. Este estilo de pareja recibe el nombre de "fusional", ya que es la versión adulta de la fusión infantil con una primera figura de referencia, generalmente la madre. En estas parejas, sólo existe el "nosotros", mientras el "yo" individual queda diluido. Los gustos, deseos y preferencias individuales sólo pueden llevarse a la práctica si son compartidas por el otro, de manera que nos encontramos con hombres y mujeres que abandonan sus hobbies para agradar a su pareja, dejan de ver determinadas amistades o incluso pierden el contacto con sus familias de origen.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la fusión es un deseo genuino de toda persona, ya que nuestra primera infancia estuvo fuertemente ligada a otro ser humano. Esta es la razón que explica la fuerte pulsión que tenemos hacia la fusión. De adultos, el momento fusional por excelencia es el coito. Y, en cualquier caso, existen diversos grados de fusión en diferentes momentos de una relación, y eso es perfectamente natural. La fusión como parte de un proceso de una relación pero no como base sobre la que fundamentar un vínculo afectivo no es, en sí misma, negativa. Por tanto, la conclusión sería fusión sí, pero en momentos específicos.Poder funcionar en ocasiones como pareja y, en otros, a título individual.
Por lo tanto, tenemos que luchar contra todos aquellos estereotipos que nos han ido inculcando desde pequeños con todas estas ideas e ilusiones para entender que es innegable que a toda persona le gusta amar y sentirse amada, pero que este deseo no debe ser el fundamento de su vida como tal, sino una pieza más de nuestro particular puzzle, que se constituye con la seguridad y el amor hacia una misma, e ir cambiando para ser cada vez mujeres más libres! !
Aún nos queda mucho por hacer!
Durante su participación en el foro “Tipificación del Feminicidio en el Distrito Federal”, realizado hoy con el fin de delinear una propuesta legislativa en ese sentido, Peña Rodríguez, advirtió que en los casos de violencia contra las mujeres y niñas, las y los investigadores, agentes del Ministerio Público y jueces, realizan sus diligencias a través de consideraciones morales y discriminatorias que colocan a la víctima como presunta responsable del delito.
Por ello, subrayó, la tipificación del delito no es suficiente para que el sistema penal avance en la protección de los Derechos Humanos (DH) de las mujeres.
En el evento en el que participaron expertas y expertos, legisladoras, Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y representantes del Gobierno del Distrito Federal (GDF), Peña Rodríguez abundó que en la capital del país también se carece de instrumentos para investigar el feminicidio y las desapariciones de mujeres.
Consideró como primordial que haya herramientas legales para investigar en específico los casos de mujeres desaparecidas y así evitar que sean asesinadas.
El abogado especialista en violencia de género observó que ante la desaparición de mujeres o niñas, las autoridades del DF actúan de la misma manera que lo hacen las de Ciudad Juárez, es decir, dejan pasar 48 horas antes de buscar a una mujer reportada como desaparecida.
Puso como ejemplos el asesinato de la defensora de DH Digna Ochoa, y más recientemente el caso de la estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México Adriana Morlett, quien desapareció desde el 6 de septiembre de 2010 y hasta ahora se desconoce su paradero.
Consideraron que es necesaria la creación de instancias especializadas para atender este tipo de delito, un banco de datos de mujeres desaparecidas, protocolos de investigación, capacitación de las y los investigadores, así como de quienes se encargan de impartir justicia.
Durante su intervención en el foro organizado por la Procuraduría de justicia del DF y el Instituto de las Mujeres del DF, el procurador general de Justicia del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, consideró necesario que se tipifique el delito de feminicidio en la Ciudad de México, toda vez que durante 2010 se registraron 107 homicidios dolosos de mujeres.
El titular de la PGJDF dijo que estos homicidios necesitan una mayor atención, por lo que su dependencia apoyará la tipificación del delito de feminicidio y que ésta se apegue a los estándares internacionales en materia de violencia de género.
Mancera adelantó que de lograrse la tipificación del delito se creará un área especializada en la actual Fiscalía de Homicidios dolosos, que aborde de manera directa estos casos.
La presidenta de la Comisión Especial sobre Feminicidios de la Cámara de Diputados, Teresa Incháustegui, apuntó que es necesario que se tipifique este delito para que se pueda registrar y darle un tratamiento especial.
La diputada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) indicó que se deben crear un banco de datos de mujeres desaparecidas y protocolos con perspectiva de género
De Aristóteles a algunas reflexiones contemporáneas sobre la eyaculación femenina, de la que sigue sin existir mucha información.
DE DIANA PORNOTERRORISTA A ALGUNAS NOCIONES BÁSICAS PARA LA PRÁCTICA
Las primeras anotaciones occidentales sobre la eyaculación femenina corresponden al mismísimo Aristóteles, quien observó que algunas mujeres expulsaban un fluido durante el orgasmo, posiblemente el mismo que más tarde Galeno e Hipócrates denominaron ‘semen femenino’. Pocas referencias más podemos encontrar hasta el nacimiento de la medicina moderna, acaso por casualidad, acaso por desinterés, acaso por un intento de espiritualizar los cuerpos por encima del pecado de la carne y la emisión desmesurada de fluidos (sudor, orina, lágrimas...).
Fue el anatomista holandés R. de Graaf quien en el siglo XVII hizo una primera descripción más exacta de este líquido generado en la próstata femenina, un líquido “expulsado con ímpetu y en chorro durante el orgasmo (…), que no es orina ni fluido vaginal” y que “hace a las mujeres más libidinosas”. Desde entonces, el tema ha sido objeto de interés y controversia.
La próstata femenina
Tras los primeros informes de Graaf (1672) sobre la próstata femenina y la descripción de A. Skene en 1880 de conductos a ambos lados de la uretra con limitada función secretora, la primera controversia por la naturaleza de esas expulsiones se produjo bien entrado el siglo XX entre aquellos que aseveraban que las contracciones musculares de la vagina durante el orgasmo no podían implicar la expulsión con fuerza de secreciones vaginales y aquellos que defendían que la mujer tiene próstata y que, por tanto, puede eyacular un fluido distinto al de la lubricación vaginal. Esta orientación suponía una ruptura del paradigma dominante de sexualidad y del papel central del clítoris durante el orgasmo.
En 1950 Gräfenberg plantea la existencia del punto G, cuya estimulación provocaría la emisión de un líquido
Así, cabe destacar el trabajo de Gräfenberg (1950), que quiso demostrar la presencia de un área (denominada punto Gago o punto G) en el tercio medio de la pared anterior de la vagina, cuya estimulación conllevaría la emisión de un líquido en el momento del orgasmo. Su trabajo, continuado sólo a partir de los años ‘80, supuso un cambio en el estudio de la respuesta sexual femenina y una enmienda a esta mal entendida incontinencia urinaria.
Hoy está aceptado que la estructura anatómica de la eyaculación femenina responde a las abundantes glándulas uretrales, parauretrales (similares a las masculinas) y a las de Skene, denominándose en su conjunto próstata femenina, que drenan cierta cantidad de líquido a la uretra. Este líquido, segregado durante las contracciones orgásmicas, puede ser emitido bien hacia el exterior bien hacia la vejiga urinaria (eyaculación retrógrada). Ya sea por acumulación de sangre en los tejidos circundantes, por la presión ejercida sobre la pared vaginal durante la estimulación del clítoris (entre otras zonas), la próstata femenina produce fluidos en cantidades variables que se podrán liberar al exterior o no. No es solo cuestión de trigonometría, sino también de anatomía y apreciación subjetiva; depende de cada mujer.
El ‘don de los líquidos’
De argumentaciones como “es incontinencia urinaria”, “exposición desmesurada” o “situación a corregir” surge la controversia en torno a si la tradición hegemónica sigue escogiendo los cuerpos ‘demasiados humanos’ como metáfora para aplicar la moral. Si nuestro cuerpo sexuado ha sido constantemente desvalorizado, y las pulsiones carnales no ortodoxas o reproductivas ampliamente reprimidas, parece que todo acto contraceptivo es una falta a la moral, carece de interés y su derramación desmesurada ha de ser eliminada o contenida. Sobre todo si es orina que, además, resulta repugnante.
Si la emisión que algunas mujeres manifiestan en el momento del orgasmo es orina o producto de la próstata sólo tiene interés médico. La próstata femenina no es ajena al orgasmo porque emite una mayor o menor cantidad de fluido con componentes químicos propios. Pero la cantidad y la dirección de la eyección es variable en cada práctica, depende del tamaño de la estructura glandular de cada mujer y comparte salida en la uretra con otros fluidos, por eso puede no ser percibido, salir a chorros o en verdad ser orina. Aún con todo esto, la angustiosa duda sobre la posible incontinencia se convierte en un motivo de consulta y hasta de contracción e inhibición de la emisión.
La próstata femenina produce fluidos en cantidades variables que pueden liberarse al exterior o no
Más allá de la falta de estudio e información, no podemos olvidar que la narración de nuestro cuerpo está integrada dentro una cultura en la que la moral higienista, la norma sexual y ‘la cópula correcta’ están ampliamente extendidas y acaban generando disfunciones. Cabría preguntarse qué es lo que hace que hoy estemos hablando de esto. Repensar el cuerpo de la mujer desde la eyaculación no necesariamente implica una mejor sexualidad ni desestabiliza la norma sobre cuál debe ser nuestro deseo. Cabría preguntarse por el marco conceptual en el que esto está sucediendo y cuáles son las transformaciones en el modo de representar nuestro cuerpo sexual a las que ello nos llevaría.
El reconocimiento científico de las particularidades anatómicas y fisiológicas no debería determinar las prácticas eróticas. Habría que resistirse a que esto ocurriera aunque sea, sin embargo, inevitable. Nuestra sexualidad está siempre inserta en una narración colectiva.
Otra historia más de vidas mínimas. No dará qué hablar, pues no hay femicidio, ni denuncia de VIF, sólo misoginia femenina, odio entre mujeres. Quizás cuántas mujeres estaban pasando por algo similar en ese momento en nuestros territorios (y no sólo…)…
Cómo Alien
En Abya Yala, el acoso a mujeres semidesnudas en la tele es un chiste que no presenta a los ojos de casi nadie transgresión o humillación. Ser agresor de mujeres no impide lugares de poder en el fútbol o el gobierno, denunciar violencia del novio es un chiste farandulero, dejar hijos ilegítimos regados por el mundo siendo famoso como Don Francisco o siendo un tipo anónimo, da –casi- lo mismo, no pagar pensiones alimenticias, violar y matar a mujeres y niñas, es posible para hombres ricos como para hombres pobres... En un territorio así el odio misógino entre mujeres es la consecuencia natural del despojo de nuestro cuerpo y nuestra memoria y por eso late dentro de la razón femenina como el Alien que la teniente Ripley nunca quiso parir, que habría abortado, y que le fue implantado sin el mas mínimo goce –una violación-, y a la larga, puede aniquilarla.
Es un engendro que asume a priori que las rebeldías o el dolor, el cansancio, las necesidades de las mujeres son una perfomance femenina, teatro victimista-feminista, “pura manipulación”. Igualmente, alguna vez, si parecemos víctima, nos regala una mirada fríamente lejana. Y aunque como víctimas, tal vez no nos fustigue frontalmente, sí nos desautoriza: “¡Tontas!”, “¡Para qué aguantan!”, “¡Les gusta!”, “¡Se lo buscaron!”, “¡Ellas tienen la culpa!”, “¡Majaderas!”, “¡Usan el embarazo para que les den el asiento!”, “¡Se aprovechan de la wawa y del postnatal!”, “¡Se hacen las víctimas!”... Puede ser un engendro masculino o femenino.
No parecerse a las demás…
Cuando es femenino, el Alien, en general, es una buena esclava y siempre se coloca de ejemplo, porque es así, pretensiosa: “¡Yo jamás haría eso!”, “¡Yo no me dejo!”, “¡Yo no ando lloriqueando ni dando lástima!”, “¡Yo he salido sola adelante!”. También es una jueza de todas las demás: “¡Indecente!”, “¡Arrastrada!”, “¡Indigna!”.
Algunas envidian mucho que la mujer engañada tenga algún favor social, que la golpeada, la sometida humilde, cabeza gacha, tenga, a veces, un hombro en el que llorar. Y es que la Alien tiene la garganta y el alma destrozadas de tanto aguantarse llantos de mujer para no parecerse a las demás… ¡Ah!, pero que no se les ocurra a las víctimas parar de sufrir, buscarse un amante, devolver el golpe, defenderse, liberarse, pararse en la hilacha, levantar cabeza, alzar la mirada y sostenerla, porque la buena esclava, las destripará. Será la primera que señale que esa -que ya se niega a ser víctima-es una golfa, una puta, una manipuladora, una indecente, una autoritaria, una que le pega al marido… Cómo víctimas nos tolera, como rebelde nos detesta.
Bolsa de gatas
Cualquier mujer desvictimizada, una feminista radical, una chica soberbia, una mujer que rompe el matrimonio, una lesbiana que se asume, una mujer erotizada con su cuerpo y otros cuerpos, es odiada y engullida a mordiscos por un Alien femenino. Ella cree -fiel al Malleus Malleficarum- que además de ella, existen dos tipos de mujeres: la bonita, seductora y bruja, y la fea, marimacha y bruja. Todas brujas que merecen ser encerradas en una bolsa de gatas para terminar siendo quemadas en la hoguera. El punto es que a ella, a la Alien, hay otra Alien que la mete en la misma bolsa…
Y ahí nos encontramos todas, gatas encerradas. Nos defendemos, fieras, del dolor que nos provocan las uñas que sacan las demás en su desesperación de vivir atrapadas en la oscuridad de una bolsa inquisitoria. Muchas horrorosas veces, unas y otras nos aniquilamos, denigramos, burlamos, destripamos… A veces, es tan sórdido como que además en esa gesta, hay quienes intentan ganarse el favor de algún santo varón que puede que les rescate de la bolsa y les ponga en la gerencia, en el gobierno o en la dirección del partido. También puede que les cuente entre sus súbditas cual profeta de Peñalolén* (pero más intelectual) en un movimiento social por ejemplo. Porque la mirada complaciente de cualquier varón –o en su defecto de una varona-, nos legitimará más que la palabra, la razón, el beso, el abrazo, el afecto o el amor de otra mujer cualquiera.
Feminismo sin mujeres
Por eso jamás falta la buena esclava que defiende a los hombres cuando algunas feministas discuten la “nueva masculinidad”, la masculinidad o el género en una reunión de organizaciones sociales, como pasó hace poco en un Seminario sobre Sexualidad. Y esa buena esclava nos acusa de “divisionistas”, “sectarias”, “esencialistas y biologicistas”, cuando nos negamos a la competencia de sufrimientos en que el patriarcado y el género son descritos como un sistema en que hombres y mujeres sufren igualito. Ni un privilegio, ni una responsabilidad, ninguna desigualdad de poderes, nada de control y dominio de los machos sobre las mujeres… Y entonces, la equidad de género es exhortada como mandamiento cristiano –que es en lo que se ha convertido la experticie de género-: ¡Cómo pueden ser tan sectarias estas feministas, que no dejan entrar a los hombres al feminismo! ¡Cómo, en vez de estarlos esperando con los brazos abiertos y felicitarlos en sus afanes de nueva masculinidad, nos atrevemos a preguntar: ¿Qué masculinidad? ¿Qué feminismo?
Algunos hombres –no todos los que están en trabajo con hombres- hace unos meses en la Universidad de Chile y en la Universidad Arcis (Santiago de $hile), bajo en nombre de “2° circuito de disidencia sexual”, ya habían hecho un amago de respuesta: “Feminismo sin mujeres”… Sacándonos los ojos, el útero, los ovarios, las tetas, el clítoris, los sabores, los deseos, las opresiones, las resistencias, las rebeldías propias de nuestra memoria corporal, histórica, social y política. El despojo masculino de un cuerpo vivido de mujeres. Un despojo que tiene consecuencias cotidianas y políticas, misóginas. (Y los que no apoyan el despojo, ¿qué dicen?...).
Abortar la misoginia
Mujeres que niegan a otras, que las borran de la historia y de su historia, que se autoconvencen de que su madre nunca trabajó, ni las cuidó, ni se esforzó por ellas, que suelen pensar que la infidelidad de una esposa es traición a las hijas. Hijas que se colocan el traje del agresor. Madres celosas que compiten con sus hijas. Vecinas y compañeras envidiosas de la más vistosa. Lesbofóbicas aterradas de su propio erotismo. Militantes asegurando que el feminismo traiciona a la clase, otras negando el feminismo “porque ya está contenido en el anarquismo”, insurreccionalistas que liberarían de la cárcel a los femicidas frustrados. Otras con una distancia vanidosa de cualquier afirmación de mujeres y sin embargo tragando todo discurso masculino.
Mujeres que aceptan que les enseñen marxismo o anarquismo, pero que si les hablan de feminismo, lo consideran materia aprobada, o lo desprestigian diciendo que no son feministas porque les encantan los hombres, que no son feministas porque son amplias, que la lucha es una sola y un largo etcétera … Es el Alien femenino gestado por la violencia patriarcal –simbólica o concreta, práctica o intelectual-, surgiendo como Atenea de la cabeza de su padre. La buena esclava suele creer que es la paridora de esas ideas misóginas, pero es un autoengaño, en realidad las engendran los patriarcas y ella es sólo un receptáculo y transmisor. Está preñada y requiere un aborto.
La buena esclava nos saca los ojos, a veces sin ninguna conciencia de que lo hace, otras con regocijo.
Todo los ejemplos son aplicables a hombres machistas, sí, lo horrible es que también puedan serlo a mujeres que viven en un desclasamiento igual al del pobretón arribista y al del indígena racista. Ayer una joven quemó en la hoguera a su madre… un acto cotidiano y muy político…
- Feminista autónoma
* Personaje de la realidad $hilena que tiene varias esposas y hace poco fue denunciado por algunas de las mujeres que conviven con él por violencia. De cuando en cuando los noticieros lo muestran como un caso extraño. Ellas hace algunos años decían que lo seguían como a un maestro y por eso querían ser sus esposas.
Hoy nos despertamos con la triste noticia de que ayer hubo en el Estado español dos muertas más a manos del terrorismo machista. La realidad supera cualquier estadística, y ellas nunca debieran ser tratadas como meros números dentro del terrible cómputo de mujeres asesinadas.
http://www.redfeminista.org/searchnoticias.asp?id=muertas2011
Y desgraciadamente las víctimas seguirán aumentando mientras no cambiemos la mentalidad, la educación y por ende el SISTEMA patriarcal y opresor en el que vivimos y esa lucha tiene que llevarse a cabo tanto por las mujeres como por los hombres, ya que el machismo, aunque en diferente medida, nos afecta y oprime a ambos sexos.
No queremos tener que llorar la muerte de nuestras madres, hermanas o hijas, no queremos tener que volver a llorar la muerte de ninguna mujer más por la locura del machismo.
NI UNA MÁS.
Asamblea Feminista Langresta.
Rubí pasó a ser una macabra estadística más en Ciudad Juárez, el lugar con casi dos décadas de feminicidios. El asesinato de mujeres jóvenes, a menudo violadas y torturadas, llevó la infamia internacional a la ciudad mucho antes de que se convirtiera en el epicentro de la guerra contra la droga de Calderón y asumiera también el título de capital mundial del crimen.
Empero, para su madre, Rubí jamás podía convertirse en una estadística. Marisela sabía que un antiguo novio, Sergio Barraza, había asesinado a su hija. Como las autoridades no mostraban interés alguno por investigar el caso, empezó una cruzada de mujer sola por dos estados para llevar al asesino ante la justicia. La revista mexicana Proceso obtuvo recientemente los archivos de su caso. La odisea de Marisela le hizo ir siguiendo el rastro de un asesinato pero también el rastro del sexismo, de la corrupción y de la impunidad.
Es una odisea que termina el 16 de diciembre de 2010 cuando a Marisela -la madre- le volaron la cabeza en castigo a su continuada protesta por la ausencia de justicia para el asesinato de su hija de dos años antes.
Huellas de impunidad
Finalmente, Marisela Escobedo consiguió localizar a Barraza. Hizo que le arrestaran y le sometieran a juicio y vio por fin una posibilidad de que la justicia, que tan penosamente había tenido que buscar, le permitiera seguir adelante con su vida.
Pero en Ciudad Juárez, el término “justicia” es una broma de mal gusto, especialmente si eres mujer. A pesar del hecho de que Barraza confesó en el juicio y llevó a las autoridades ante el cadáver, tres jueces del estado de Chihuahua le liberaron. Marisela tuvo que ver como el asesino confeso de su hija salía del tribunal absuelto de todas las acusaciones por “falta de pruebas”.
Como consecuencia del incremento de las presiones por parte de las organizaciones de mujeres y de los derechos humanos, se abrió un nuevo juicio y Barraza fue condenado a 50 años de cárcel. Pero en ese momento hacía ya tiempo que había desaparecido sin que todavía haya podido detenérsele, a pesar del éxito de Marisela descubriendo su paradero y proporcionando información clave a policía y fiscales.
La historia no terminó ahí. Cada día, Marisela se levantaba para luchar por la justicia para su hija y buscar al asesino. Recibió múltiples amenazas de muerte. Respondía diciendo: “Si van a matarme, deberían hacerlo frente al edificio del gobierno a ver si así sienten todos algo de vergüenza”.
Y así ocurrió, dicho y hecho. Marisela llevaba sus demandas a la justicia desde la frontera de la capital del estado cuando un sicario se le acercó a plena luz del día, persiguiéndola y disparándole un tiro en la cabeza.
La historia de una familia había cerrado su círculo. Según todos los relatos, la muerte de Rubí se produjo a manos de un novio maltratador. Sin embargo, la muerte de Marisela vino facilitada por un sistema abusivo que trató de protegerse ante su determinación para denunciar su injusticia. No se conoce la identidad del sicario, pero la responsabilidad recae claramente en los miembros de un estado que, en el mejor de los casos, son incapaces de defender a las mujeres y, en el peor, culpables de complicidad en los asesinatos.
Violencia de género y violencia de la droga
A Ciudad Juárez se la ha descrito recientemente como Tierra de Nadie, donde las instituciones legales han perdido el control ante la potencia armada de los cárteles de la droga. Sin embargo, los feminicidios nos muestran que la cadena causal es realmente la inversa.
Hace diecisiete años, Ciudad Juárez empezó a registrar un número alarmante de casos de mujeres torturadas, asesinadas o desaparecidas. Durante décadas, las organizaciones feministas nacionales e internacionales presionaron al gobierno para que hiciera justicia. A su vez, el gobierno formó comisiones que cambiaban de siglas y directores con cada nuevo gobernador. Todos ellos compartían un rasgo distintivo: nunca conseguían llegar a parte alguna para resolver los crímenes de violencia de género y mucho menos para prevenirlos. Las recomendaciones al gobierno de México se amontonaban junto a los cadáveres: misiones de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos proveyeron de alrededor de 200 recomendaciones para proteger los derechos de las mujeres, cincuenta de ellas referidas sólo a Ciudad Juárez.
El asesinato de Marisela se produjo un año después de que el Tribunal Interamericano para los Derechos Humanos emitiera una resolución en la que se hablaba de la negligencia del gobierno mexicano respecto a los asesinatos de las mujeres jóvenes. La resolución sobre el caso “Campo de Algodón” –llamado así por el solar donde el 21 de noviembre de 2001 se encontraron los cuerpos de tres mujeres- incluye una lista de medidas y reparaciones, la mayor parte de las cuales fueron rechazadas o ignoradas.
Desde los casos analizados en la resolución del Tribunal mencionado, la guerra de la droga emprendida en Ciudad Juárez por el gobierno mexicano, con el apoyo de la Iniciativa Mérida estadounidense, ha producido una cifra record de 15.273 homicidios en 2010 (con un total de 34.612 muertes desde que Calderón lanzara la ofensiva hace cuatro años). La estrategia se ha centrado en el uso de la violencia frente a los cárteles del narcotráfico para interceptar los envíos y capturar a los señores de la droga. Se ha basado en la militarización de la ciudad, lo que ha llevado una violencia a la región que nadie podía imaginar.
Irónicamente, el Presidente Felipe Calderón declara que los objetivos de la guerra contra la droga buscan aumentar la seguridad pública y fortalecer las instituciones legales. Pero la historia de los crímenes de género, y la respuesta del gobierno, revela los errores fundamentales de los actuales esfuerzos de lucha contra el narcotráfico y los fallos de un sistema que prácticamente garantiza la impunidad a través de un cóctel de corrupción institucional, sexismo, racismo, incompetencia e indiferencia.
Dado el historial de injusticia institucionalizada, la guerra contra la droga en Juárez se cortocircuitó desde el principio. La secuencia lógica de investigación, arresto, enjuiciamiento y castigo sencillamente no existe ante la ausencia de un sistema eficiente de justicia. Al desestabilizar el tráfico transfronterizo de los cárteles de la droga y lanzar guerras fuera de control, el gobierno desató una tormenta de violencia en relación con la droga a la que ni la policía ni las instituciones legales pueden hacer frente porque estas instituciones son disfuncionales. En ausencia de instituciones de apoyo o de una estrategia coherente, era de prever la explosión resultante de esa confrontación directa con los cárteles de la droga. Si algo nos muestra la tragedia de las cruces rosas erigidas en el desierto para marcar los casos sin resolver de las mujeres asesinadas, es que el problema fundamental consiste en que, en Juárez, las huellas llevan hasta el mismo gobierno. Hasta que no se ponga fin a la impunidad, la región seguirá atrayendo a la delincuencia, común u organizada, o simplemente perversa.
En ese entorno, los feminicidios en Juárez no sólo no se han resuelto nunca sino que han aumentado de forma espectacular –casi 300 en 2010-, junto con las tasas globales de homicidios. La guerra contra la droga del gobierno ha estimulado más violencia de género en lugar de disminuirla. Acoge a los que cometen asesinatos y otras barbaridades contra las mujeres al hacer del asesinato una parte normal de la vida diaria. Fomenta una sociedad armada donde las personas demasiado pobres para poder marcharse no tienen otra posibilidad que la de meterse bajo tierra para que no las machaquen por todos lados. No sólo Juárez acoge a asesinos, torturadores y violadores de mujeres, también les atrae.
La vulnerabilidad de las mujeres aumenta. Durante años, la impunidad le ha dado carta blanca a los asesinos de mujeres que encontraban que las trabajadoras de las maquiladoras eran objetivos especialmente fáciles para la tortura, actos de sadismo, violación, asesinato y otros actos posiblemente relacionados con las películas sobre asesinatos reales (snuff movies) y las redes internacionales de la delincuencia, todo ello encubierto por funcionarios del gobierno. Últimamente, los defensores de los derechos humanos de las mujeres se han convertido también en blanco. Poco después del asesinato de Marisela, se encontró a Susana Chavez asesinada y con una mano amputada. Chavez era una poeta feminista que acuñó la frase “¡Ni una muerte más!” que se convirtió en el eslogan del movimiento de mujeres de Juárez. Las mujeres activistas sienten como si se hubiera abierto una veda contra ellas.
La respuesta de la sociedad civil
El único rayo de luz ha surgido de la respuesta de la sociedad civil mexicana. Tras el asesinato de Marisela, una de las ex directoras de una de las comisiones del gobierno, Alicia Duarte, escribió una carta abierta al Presidente Calderón:
“Hace tres años, cuando dejé mi puesto de Fiscal Especial para la Atención a los Crímenes Relacionados con Actos de Violencia Contra las Mujeres en la Oficina del Fiscal General, indiqué claramente que lo hacía por la vergüenza que sentía de pertenecer al corrupto sistema de justicia de mi país. En estos momentos, esa vergüenza vuelve a invadirme y me quema la piel y la conciencia, por tanto debo unirme a la indignación de todas las mujeres de este país que, al saber del asesinato de Marisela Escobedo Ortiz y de los ataques contra su familia de hace pocos días, se han puesto a reclamar justicia…”
Mujeres y hombres se han manifestado por todo el país exigiendo que se resuelvan los procesos de Marisela y Rubí, pidiendo el fin de la impunidad que protege en cientos de casos a los asesinos y obligando al gobierno a cumplir con las recomendaciones para proteger a las mujeres e impedir más muertes. Sus protestas se han unido a un movimiento ciudadano de alcance nacional llamado “No Más Sangre”, en rechazo a la actual estrategia de la guerra contra la droga. Se ha llegado finalmente a un momento decisivo.
El asesinato de Marisela prácticamente en los escalones del Capitolio del Estado, simboliza la relación existente entre la violencia de género en las esferas privada y pública, entre el letal sexismo de hombres que matan a mujeres y los gobiernos que les permiten hacer impunemente lo que les viene en gana, entre una guerra contra el narcotráfico fuera de control y la ebullición de una duradera situación de crímenes de género sin castigo.
Nadie en el gobierno mexicano reconoce esas relaciones. Lo mismo podría aplicarse al gobierno de EEUU. El último informe del Departamento de Estado dio un aprobado a México en derechos humanos para que se autorizaran más apoyos a la Iniciativa Mérida para la guerra contra la droga. La indignación actual por el asesinato de Marisela y la nueva campaña “No Más Sangre” demuestran que el pueblo mexicano ha soportado ya suficientes excusas para la violencia en la que le están obligando a vivir.
Hasta que ambos gobiernos cambien de punto de vista ante la hipocresía de sus sistemas y políticas legales, la espiral de la violencia no hará más que continuar. En honor de Marisela y de tantas otras que se han atrevido a defender los derechos humanos y la justicia en México, es hora ya de que la sociedad civil a ambos lados de la frontera exija que se ponga fin al baño de sangre.