martes, 30 de noviembre de 2010

Carta abierta a los diseñadores de ropa femenina



Carta abierta a los diseñadores de ropa femenina

Me dirijo a su gremio como clienta suya con la idea de dejarles unas cuantas ideas claras.

En primer lugar, existen en el mundo unos seres que se llaman "mujeres" (sus clientas, por cierto) con unas características físicas determinadas, distintas a las de los hombres, y que van cambiando a lo largo de los años. Una mujer en su plenitud tiene pechos, caderas y culo de mayor tamaño que los de los hombres o las niñas. Y estas partes de su anatomía van aumentando de tamaño con la edad con notable frecuencia. Por otra parte, es muy difícil encontrar dos mujeres iguales; y así, encontramos mujeres con los pechos grandes o pequeños, caídos o respingones... y lo mismo se puede notar en las demás partes del cuerpo. Todos esos cuerpos son estupendos y valiosos en sí mismos. Todos desempeñan a la perfección las funciones para las que fueron diseñados. Y si tienen algún defecto no van a ser ustedes los que lo decidan, no es de su incumbencia.

En segundo lugar, permítanme que les baje un poco los humos. Ya sé que a Balenciaga le han hecho un museo y que Armani ha expuesto sus modelos en el Guggenheim. Pero desengáñense, estos hechos sólo indican que hoy en día el arte se está confundiendo con la decoración, no que los decoradores sean artistas. Ustedes no son artistas, sino artesanos. Su labor consiste en hacer ropa que nos haga sentir guapas y cómodas a las mujeres. Si alguno de ustedes se siente artista, que lo será, puede hacer modelitos para exponer, pero que avise que son obras de arte y no ropa, y que no pretenda que las mujeres nos vistamos con ellos, lo mismo que no se nos ocurre ponernos un Modigliani de sombrero.

Dejen de pretender que las mujeres modifiquemos nuestros cuerpos para meternos en sus "obras de arte". Son ustedes los que tienen que diseñar la ropa adaptada a nuestros cuerpos de mujer, grandes o pequeños, curvos o huesudos, esbeltos o fondones.

Y dejen de engañar y frustrar a las adolescentes. No parimos y criamos a nuestras hijas para que sean esclavas de sus caprichos, para que enfermen y sean desgraciadas, para que se sientan repugnantes en sus maravillosos cuerpos de mujer porque no "entran" en sus estúpidos y deshumanizados (desmujerados) diseños.

Sé que quizá piensen que estoy siendo injusta. Que las leyes de la moda no las dictan ustedes al cien por cien. Que si no diseñan lo que manda el mercado se hunden. Lo admito. Pero son colaboradores necesarios. Existe la ética profesional, la deontología. En todas las profesiones se aplica. ¿Por qué en la suya no?

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