miércoles, 10 de noviembre de 2010
Liberación femenina y potencial anticapitalista
Liberación femenina y potencial anticapitalista
Recuperemos el método de lucha, transformemos lo que nos llega predeterminado, busquemos soluciones revolucionarias
El capitalismo se basa en la explotación del hombre por el hombre y de la mujer por el hombre.
La clase burguesa, en la implantación de un sistema social capitalista, y dentro del miedo que supone la emancipación social de la clase oprimida, hace uso de mecanismos varios para mantener la dependencia del individuo: a nivel político, de desarrollo personal y, claro está, de la sexualidad y la organización familiar.
En la sociedad preindustrial, la familia combina el control del proceso reproductivo y del proceso productivo. Cuando el mundo industrial impone una economía capitalista, se produce un declive en la percepción del concepto de productividad familiar y los valores asociados a ella. Aunque la revolución industrial no rompió de forma inmediata el grupo familiar como unidad de producción, si supuso un conflicto para la mujer debido a la dualidad de funciones: las mujeres casadas quedarán relegadas al ámbito doméstico (pasando de ser coproductivas a dependientes del salario de sus maridos) y las mujeres solteras se convertirán en esclavas de la división sexual del trabajo asalariado. Aunque en un primer análisis, hombres y mujeres se vuelven interdependientes, en realidad, el trabajo que se considera productivo es el que desempeña el varón, convirtiéndose en protagonista de la producción familiar y justificándose así la figura del jefe de familia; la mujer se convierte en un complemento económico y dependiente de la figura patriarcal. De esta manera, la unidad familiar tradicional es apropiada por la clase opresora como instrumento de control social.
El sistema capitalista nos vende la falsa idea de la liberación femenina de la esclavitud del trabajo doméstico mediante la incorporación masiva de la mujer al trabajo asalariado (en realidad un mercado laboral sexualmente segmentado). Forma un ejército de subordinadas trabajadoras, y necesita consumidoras. Potencialmente el consumo se dirige a la mujer. Así el capitalismo burgués impone un modelo de sociedad que exalta los valores tradicionalmente femeninos basados en un modelo de mujer inalcanzable pero perfecta para sostener la espiral de consumo.
Estamos, por una parte, obligadas a competir con los varones en la cadena de producción capitalista, tenemos que adquirir valores masculinos para poder mantenernos en lucha y demostrar nuestra valúa, la maternidad se presenta como un estorbo y asumimos el trabajo asalariado sin abandonar el que arrastramos en nuestro rol de género (cuidado familiar, trabajo doméstico...).
Así nos encontramos atrapadas entre adquirir y potenciar los valores masculinos que imperan en el contexto sociolaboral y la exaltación de los valores femeninos potenciados por la publicidad y el consumo.
Las políticas neoliberales que dicta el sistema vigente, son políticas patriarcales de dominación, que convierten a las mujeres en una clase social creada para y por la explotación de nuestro trabajo.
No queremos “políticas de igualdad” ni “Estudios de la Mujer”. No nos embaucan las corrientes de clase media pseudointelectuales con su propuesta reformista que sólo pretenden ampliar los espacios de la mujer en la democracia burguesa. Nuestro proyecto inacabado de liberación femenina es incompatible con el desarrollo del estado del capital. Recuperemos el método de lucha, transformemos lo que nos llega predeterminado, busquemos soluciones revolucionarias; teniendo siempre presente que nosotras somos potencial anticapitalista.
Col·lectiu Antifeixista de València
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